sábado, 2 de enero de 2016

Uno - Dónde, dónde, dónde, dónde...

Me dio su risa más pura como la cosa más nueva,
me envolvió en su piel de seda,
me dejó como sin nombre,
me quitó mi voz de hombre,
me entregó su primavera.

Yo miré hacía el horizonte donde cayó la tormenta,
hice su cruz, no en el monte, sino entre un mato de hierbas,
y quebré por mi arrogancia, por mi soberbia y desidia,
donde no hay bien que suplante toda su presencia tibia...

Y al modo de José Marti, quise trovar opinando,
entonces el hombre calvo desató su cabellera,
y el pobre montó a caballo para huir de la pobreza...

Y el mundo es mundo y es cierto, no hay forma de que se arregle,
mientras un hombre lo pueble, habrá siempre diferencias,
la riqueza del jazmín, que guarda el patio celoso,
no es por cierto venturoso, allí donde el hambre aterra.

Entonces, cuando el cristal, atravesó mi consciente,
estalló otro continente de cosas para ignorar,
es terrible atravesar la ignominia de los hombres,
sabiendo que hay niños rotos sin un pedazo de pan.

Nada te puede evadir, ni el paisaje majestuoso,
ni el verano caluroso, ni el otoño color viejo,
nada te salva el pellejo porque tu suerte está echada,
sos rima de una patada cuando la mula no yerra;

Poesía del cambio al mundo, cuando el cambio no es de paz,
no importa que remen mucho con el mar nunca podrán,
del medio de la tormenta vi yo escapar una nube,
fue hasta la Isla Lagarto,
y quizás al más allá;

dónde estabas cuando estabas en la punta de una pluma,
dónde estás cuando la bruma no me permite avanzar,
dónde estás cuando los gritos de la inocencia se rompen,
dónde, dónde, dónde, dónde, que te he salido a buscar...